Ante la sentencia recibida por nuestro compañero y la campaña represiva del gdf
El pasado
13 de enero, nuestro compañero Gonzalo Amozurrutia y los estudiantes Pavel
Primo y Juan Daniel Velázques, fueron declarados culpables de los delitos de
ultrajes a la autoridad y ataques a la paz pública. El proceso estuvo plagado
de irregularidades desde el incio: no
fueron presentados por los policías que los detuvieron, fueron tempranamente
trasladados al reclusorio y ahí dentro
se les obligó a declarar sin la presencia de sus abogados. Además, las únicas
pruebas presentadas en su contra, ya a lo largo del juicio, fueron las
declaraciones idénticas de dos policías y sus contradictorias y confusas
ampliaciones. Dado el carácter evidentemente político de la sentencia,
denunciamos que ésta se enmarca en la campaña de represión a la disidencia social
que desde hace un año viene auspiciando el gobierno de Miguel Ángel Mancera en
la Ciudad de México.
En el contexto de una serie de luchas populares y de ofensivas de trabajadores en contra de la aplicación de las reformas estructurales impuestas por el gobierno federal, la administración capitalina no ha parado de aplicar una política de cárcel y garrote contra las manifestaciones y protestas. Es evidente que, desde el 1 de diciembre de 2012, las víctimas de esta campaña no siempre son activistas ni se caracterizan por profesar ideología alguna. La represión también ha recaído sobre transeúntes y gente común que ha tenido la mala suerte de cruzarse con algún granadero en el momento equivocado. De eso dan cuenta las resoluciones dictadas en contra no sólo de nuestro compañero, sino de varios detenidos contra los que no se ha ofrecido más prueba que las declaraciones policiales, siempre desmentidas por videos, fotos y declaraciones de testigos. De este modo, el gobierno de Mancera, que respalda al de Enrique Peña Nieto, envía un claro mensaje a todas las personas que estén dispuestas a elevar la más mínima protesta en contra de las reformas: acercarse a una manifestación es motivo para parar en el reclusorio y ser sujeto a proceso.
Este estado de cosas es producto de la profunda crisis del sistema capitalista y de la necesidad del capital mundial de aplicar sus reformas, en todos lados, a costa de lo que sea y pasando sobre quien sea. A lo largo y ancho del globo, inmensas manifestaciones de trabajadores son sangrientamente reprimidas por las fuerzas del orden: Alemania, España, Grecia, Brasil, Estados Unidos, China, Corea, etc. son escenarios de violentas batallas entre policías y multitudes que protestan en contra de las medidas de ajuste económico ordenadas por los poderes fácticos mundiales. Los más elementales derechos, que habían sido ganados en luchas pasadas, hoy se esfuman y no tienen ya ninguna vigencia real pese a quedar resquicios de ellos en las leyes escritas. Hoy no existen más los derechos a la libre manifestación y expresión. En todo el mundo, incluyendo nuestra ciudad, la sociedad se encamina a un permanente estado de excepción y suspensión de garantías que recuerda los regímenes nazis y fascistas. Sin embargo, los nuevos gobiernos han sabido encubrir su violencia y su represión bajo fachadas electorales y discursos democráticos. En nuestra capital, que el gobierno que encabeza la represión pertenezca a un partido de “izquierda”, da cuenta de lo falsos que resultan el “estado de derecho” y las libertades civiles plasmadas en las leyes.
Por todo lo anterior, nos pronunciamos en contra de la sentencia condenatoria de nuestro compañero y hacemos un llamado a las organizaciones sociales e individuos comprometidos a frenar cuanto antes esta campaña represiva, no pidiendo migajas y modificaciones legales, sino a través de la organización independiente de la clase trabajadora y de la lucha frontal contra el capitalismo y su estado policiaco.
¡Presos políticos libertad!
¡Muerte al estado policiaco!
Izquierda Revolucionaria Internacionalista-Buenaventura Durruti
“Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”
En el contexto de una serie de luchas populares y de ofensivas de trabajadores en contra de la aplicación de las reformas estructurales impuestas por el gobierno federal, la administración capitalina no ha parado de aplicar una política de cárcel y garrote contra las manifestaciones y protestas. Es evidente que, desde el 1 de diciembre de 2012, las víctimas de esta campaña no siempre son activistas ni se caracterizan por profesar ideología alguna. La represión también ha recaído sobre transeúntes y gente común que ha tenido la mala suerte de cruzarse con algún granadero en el momento equivocado. De eso dan cuenta las resoluciones dictadas en contra no sólo de nuestro compañero, sino de varios detenidos contra los que no se ha ofrecido más prueba que las declaraciones policiales, siempre desmentidas por videos, fotos y declaraciones de testigos. De este modo, el gobierno de Mancera, que respalda al de Enrique Peña Nieto, envía un claro mensaje a todas las personas que estén dispuestas a elevar la más mínima protesta en contra de las reformas: acercarse a una manifestación es motivo para parar en el reclusorio y ser sujeto a proceso.
Este estado de cosas es producto de la profunda crisis del sistema capitalista y de la necesidad del capital mundial de aplicar sus reformas, en todos lados, a costa de lo que sea y pasando sobre quien sea. A lo largo y ancho del globo, inmensas manifestaciones de trabajadores son sangrientamente reprimidas por las fuerzas del orden: Alemania, España, Grecia, Brasil, Estados Unidos, China, Corea, etc. son escenarios de violentas batallas entre policías y multitudes que protestan en contra de las medidas de ajuste económico ordenadas por los poderes fácticos mundiales. Los más elementales derechos, que habían sido ganados en luchas pasadas, hoy se esfuman y no tienen ya ninguna vigencia real pese a quedar resquicios de ellos en las leyes escritas. Hoy no existen más los derechos a la libre manifestación y expresión. En todo el mundo, incluyendo nuestra ciudad, la sociedad se encamina a un permanente estado de excepción y suspensión de garantías que recuerda los regímenes nazis y fascistas. Sin embargo, los nuevos gobiernos han sabido encubrir su violencia y su represión bajo fachadas electorales y discursos democráticos. En nuestra capital, que el gobierno que encabeza la represión pertenezca a un partido de “izquierda”, da cuenta de lo falsos que resultan el “estado de derecho” y las libertades civiles plasmadas en las leyes.
Por todo lo anterior, nos pronunciamos en contra de la sentencia condenatoria de nuestro compañero y hacemos un llamado a las organizaciones sociales e individuos comprometidos a frenar cuanto antes esta campaña represiva, no pidiendo migajas y modificaciones legales, sino a través de la organización independiente de la clase trabajadora y de la lucha frontal contra el capitalismo y su estado policiaco.
¡Presos políticos libertad!
¡Muerte al estado policiaco!
Izquierda Revolucionaria Internacionalista-Buenaventura Durruti
“Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”